jueves, 6 de noviembre de 2014

El mito de la "producción" privada (+infografías)

La clase empresarial en Venezuela hunde sus raíces históricas en la clase latifundista/hacendada de los siglos XVII, XVIII y XIX. Son los mismos de aquella primera invasión: tataranietos de piratas, contrabandistas, traficantes, mercaderes, intermediarios y especuladores que llegaron a repartirse la tierra como el propio botín de guerra.

Breve repaso histórico sobre la originación empresarial en Venezuela

  1. La aparición de la cultura del petróleo precipitó cambios estructurales que se venían dando a finales del siglo XIX. Los latifundistas entregaban toda su producción extensiva (de cacao, caña, café, tabaco y ganado) a las casas exportadoras alemanas y británicas para vivir de la renta en otros países batiéndose un champú cosmopolita.
     
  2. Serían los primeros, en conchupancia con la clase aspirante de universitarios y comerciantes, vendiendo en miles de dólares cantidades abismales de hectáreas para que las empresas gringas y angloholandesas pudieran explorar yacimientos con el debido permiso de la sociedad civil. Fueron los primigenios buhoneros-traficantes del suelo patrio. Y los escritorios de Rockefeller y sus abogados, sus gestores.
     
  3. La burguesía comercial-importadora se abre camino de la mano de su padre: la oligarquía petrolera norteamericana. Luego de creada la Corporación Venezolana de Fomento, el capital monopólico utilizaría al Estado (mediante la chucuta burguesía local) para que le construyera las carreteras, autopistas, el sistema eléctrico, minero, telefónico en pro de facilitar la explotación petrolera y no petrolera a bajo costo. Y que de paso abandonara el uso del ferrocarril para proyectar todas las derivaciones industriales del ramo petrolero (asfalteras, bombas de gasolina, vehículos de combustible fósil).
     
  4. La clase empresarial venezolana se va convirtiendo entonces en un tumor económico que vive y subsiste de la renta petrolera. Es un viejo ya de 100 años que sigue recibiendo mesada por parte del papá Estado. Y cómo llora el anciano cuando papá no le da lo suyo.
     
  5. Las primeras industrias, fábricas de alimentos, bancos, proyectos de expansión ganadera y agrícola (con mecanización chatarra de posguerra y agrotóxicos incluidos) y todo lo que tiene que ver con la configuración primitiva del capital nacional se realizan verbigracia del capital monopólico norteamericano. Envenenamiento "hecho en Venezuela".
     
  6. No concibieron su proyecto de desarrollo económico por fuera de los dictámenes de la oligarquía petrolera extranjera. La renta petrolera les subsidiaría los materiales de construcción, la electricidad, el agua, teléfonos, autopistas, gasolina, minería, importaciones para el sector transporte y materias primas diversas con el objetivo de cumplir sus fines estéticos y estafadores: hacerse pasar por una clase "productora", que "invierte" en el país y que sin ella supuestamente es imposible desarrollar la economía nacional.
     
  7. Ellos sí "desarrollaron" lo que había que desarrollar dentro de esa conchupancia. Los de afuera, por ser los encargados de asentar las condiciones para extraer lo que les interesa; los locales por ser los gestores (propietarios vía letra jurídica) de la "transacción". Y aquí se tiene que tomar en cuenta la diferencia entre subdesarrollo y antidesarrollo: en Venezuela y gran parte de América Latina se desarrolló lo justo y necesario que tenía que desarrollarse para que circulara la materia prima hacia afuera y hacia adentro llegara la materia manufacturada en las industrias del norte (la mercancía), pero con nuestra materia prima. Decir subdesarrollo en este contexto es omitir responsables y hacer de esta situación la perfecta metafísica para la dominación. Aquí se desarrolló lo que se quiso que se desarrollara. Antidesarrollo.
En la siguiente infografía vemos cómo los proyectos originarios de capital privado nacional tienen por detrás fuertes inversiones norteamericanas. Crónica del desarrollo hipotecado, dependiente y subdesarrollado. El saqueo como forma económica dentro del rentismo estatal:
La infografía muestra la profunda dependencia que posee nuestra criolla clase empresarial con respecto al capital transnacional norteamericano. Están condenados a mendigar divisas, no tienen otro proyecto que no sea el de ser menesterosos con flú y perfume.
La supeditación con respecto a materias primas, tecnología, bienes de capital e insumos enarbola el cuadro histórico de la burguesía saqueadora: usufructuar las divisas que produce la renta petrolera mediante recaudación estatal, sirviéndose de él para fortalecer el país galpón intoxicado que construyeron después del estallido petrolero.

El asistencialismo que sí les cuadra

El Estado capta en nombre del "país" la riqueza petrolera. Las trasnacionales norteamericanas y angloholandesas dejan puras conchas de ajo, mientras se llevan el petróleo a precio regalado. La neocolonización no fue nada más en el ámbito petrolero, sino que tuvo como principal objetivo penetrar e influir en todas las esferas de la sociedad. Intervenir en la cultura, en la economía, en la política. Controlarlo todo.
El sifrinaje criollo fue el vehículo ciudadano, decente y moralmente capacitado (en universidades y colegios privados) para que el proyecto se afirmara. Han pasado cien años y sus tataranietos siguen en las mismas de siempre: exigiendo que les faciliten lo que ellos no producen (divisas) para importar y ganarse su diferencial tomando piña colada en un yate. Quiste empresarial.
El Estado nace, entonces, para darle legitimidad (legal y política) al saqueo de divisas. Lo "público" financia lo privado porque éstos son los que producen los bienes necesarios para que exista consumo material y simbólico.
Como vimos en la infografía, esa justificación productiva va desde chicles, pasando por cartones para envasar el jugo y hasta el pan para perrocalientes. Ese es el país que ellos quieren seguir consolidando: donde abunden los alimentos envasados, los agrotóxicos y la dependencia eterna y perenne a la oligarquía fachofinanciera global. Esa que les paga las campañas electorales para que cuando se encaramen en el coroto entreguen el billete completico, devolviéndonos obesidad, diabetes, infartos, cáncer e inflación campante.
El asistencialismo totalitario cuando de divisas se trata sí les cuadra. Es la tetica de la que quieren seguir mamando.

Piratas camuflados

Los grupos empresariales beneficiados con el potencial desarrollista del Estado venezolano son los Mendoza Goiticoa-Fleury (molinos, refrescos, mayonesa y jugos), los Delfino (aserraderos, aceites, pulpa para papel, chicles, etc.), los Machado-Zuloaga (acero, industria metalúrgica y metalmecánica, minería), los Vollmer (centrales refinadoras de caña para producir veneno azucarado), los Phelps (Radio Caracas Televisión y demás medios de comunicación), los Neumann (laboratorios químicos, cosméticos, cuidado personal), los Domínguez-Cía (empaques, tapas, envases, productos farmacéuticos y para la industria ganadera) y Branger (hateros, agrotóxicos y equipamientos agrícolas, tentáculo nacional de Monsanto y Dupont).
Todos ellos empresarios nacionales que armarían su infraestructura económica para la importación, solidificando los patrones de consumo "cosmopolitas" (gringos) propios de la cultura petrolera. Montaron sus carapachos industriales para darle un pírrico valor agregado a la macroproducción gringa, consiguiendo con ello aumentar sus ganancias absorbiendo continuamente los petrodólares.
Sin un Estado que favoreciera el rentismo como proyecto de país, estas familias hubieran tenido que pensar qué y cómo producir. Su navidad, que lleva más de un siglo, fue la motivación perfecta para copiar lo que tenían arriba: ese corpulento oligarca petrolero al que le firmaron concesiones, tierras y todo aquello que se podía mercantilizar para siempre mendigar y pedir con una sonrisa seductora del otro lado del charco.

Los banqueros

En el sistema bancario figuran varios apellidos que poseen, aún en la actualidad, el oligopolio financiero que controla parte de las divisas del país. Estamos hablando de los Velutini, los Salvatierra-Benacerraf, los Pérez Dupuy y los Losada.
Su actividad principal (realizada por sus hijos, sobrinos y ahijados), luego de la política de sustitución de importaciones de los adecos formato Cepal-Alianza para el Progreso, fue concentrar la ingente cantidad de recursos extranjeros, calmarlos, apaciguarlos (devolviendo los intereses a los bancos de Manhattan) y luego diluirlos en el primigenio capital nacional.
Fueron y son aún la intermediación entre la inversión extranjera y el capital privado: en sus manos estuvo (la nueva Ley del BCV les quita libertad con la reforma del encaje legal y las carteras para el desarrollo económico, además del control efectivo de la tasa de interés) la direccionalidad del billete hacia los sectores que priorizaron los gringos para ir fundando Venezuela a partir del comercio, la improductividad, el sobreprecio generalizado y el saqueo legal.
Henrique Capriles se especializó en derecho tributario (a nivel internacional). Un cobrador sofisticado, pero con capacidad de saber cómo se bate el cobre de una política comercial y arancelaria. El resto de la plana mayor de Primero Justicia son abogados vinculados a los principales escritorios que tienen como clientes a estos conglomerados. Por ahí pasa la línea histórica.
Los Velutini en la década de los 90 hicieron los que le dio la gana en el sector inmobiliario. Montaron fondos de inversión, bancos y consultorías jurídicas. En el año 1998 lograron especular internacionalmente, con la inscripción de sus fondos e inversiones en la Bolsa de Nueva York. Más adelante detallaremos las implicaciones económicas que tuvo en el país el libérrimo manejo financiero por parte de estas familias.
Los Pérez Dupuy, familia de los Domínguez-Cía, montaron el Banco de Venezuela y el Venezolano de Crédito años posteriores. Idearon el programa político del Consejo Económico Nacional que llevaría las riendas de la CVF. Importante familia ganadera que junto con Alfonzo Ribas montó estafas financieras monumentales vaciando al Estado sin mayor preocupación.
Salvatierra-Benacerraf y los Lecuna, presidentes de Cámaras de Comercio, conglomerados financieros y bancos privados. La misma práctica, distintos apellidos en apariencia.

Los bancos y la acumulación rentística en Venezuela

Los bancos manejaban las divisas que introducían en el mercado las petroleras gringas. Manejaban también los impuestos que cobraba el Estado y las inversiones extranjeras. Los fondos de inversión y los bancos privados, amparados en la libertina y antigua ley del BCV, direccionaban según los gustos del capital transnacional las inversiones en los distintos sectores de la economía nacional.
Les guardaban la plusvalía a sus familiares, la "invertían" en la importación, especulaban con títulos financieros afuera y reorientaban los recursos "nacionales" hacia la base económica fundacional venezolana: el comercio y los servicios.
Crónica de la tercerización improductiva que diseña los grandes márgenes financieros para el capital nacional (importación de insumos y bienes de capital) que luego inflará sus ganancias con la inversión en los sectores terciarios, garantizando el acceso y la efectiva distribución (ayudado por los subsidios antes mencionados como electrificación, gasolina y autopistas) de las sobras de la fábrica global.
La dependencia casi absoluta con el capital transnacional gringo, y la reorientación financiera hacia el comercio, los servicios y la construcción, contribuyeron a definir a nuestra clase empresarial criolla: esperpento parido para pedir y luego importar, utilizando los subsidios para apalancar su acumulación rentística.
Un nombre y un apellido describen el punto de confluencia de todo esto. El arquitecto original de este modelo de país, representante de Nelson Rockefeller en Venezuela y luego ficha Rotschild, el hombre con la conexión directa con el capital internacional (y autor de la antigua Ley del BCV, que presidió en su momento más oscuro): nadie define mejor a la elite compradora que Pedro Tinoco.

El subsidio traducido en acaparamiento

El pasado 23 de octubre el presidente Maduro, el gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami y el titular de la Superintendencia de Precios Justos, Andrés Eloy Méndez, confiscaron un galpón en dicho estado con más de 5 mil sillas de ruedas, 14 mil jeringas, 7 millones de guantes, material para el tratamiento de la diálisis e insumos varios para hospitales y el sector salud.
Ambas empresas, Suministros Médicos Jayor y Suplidora Hospimed 2004recibieron según el último listado del Cencoex una cantidad aproximada de 17 millones de dólares para la importación de estos insumos.
El dato devela y desmitifica dos elementos fundamentales de la práctica económica criolla. En primer lugar, dependen de los petrodólares que produce el Estado. Patalean y se quejan pero al final terminan haciendo su carpetica para pedir aquello que no producen: divisas para la inversión nacional.
En segundo lugar, ¿dónde está la falta de divisas? Pura mentira. Acaparan y especulan para posicionar la matriz de opinión deseada, pero materialmente se siguen beneficiando de la renta petrolera.
Ahora, ¿quién es el que temblequea ante la caída de los precios del petróleo? Los supeditados y arrodillados al imperialismo, esos mismos.
Mision Verdad.

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